Los postulados positivistas predijeron el progreso que traería felicidad y bienestar al género humano a partir del desarrollo científico–tecnológico y de la generación del intercambio universal.
Ahora vemos que las cuantiosas riquezas producidas por la aplicación de aquellos principios se alejan cada día más de las bases de la sociedad. Llegaremos a 4.000 millones de hombres subsistiendo con menos de dos dólares diarios de ingreso, en los dos primeros decenios del siglo XXI.
No obstante, predomina la actitud reaccionaria de quienes miden el progreso no por la búsqueda de la humanización de la vida de las mayorías, sino por el beneficio minoritario, a la sombra de bellas abstracciones y a espaldas de la realidad concreta.
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