Se afirma que la especie pasa por tres estados o edades de desarrollo como humanos:
1. La infancia, o estado teológico o ficticio. En este nivel el humano es ingenuo, necesita un Padre, por eso busca las causas últimas y explicativas de la naturaleza en fuerzas sobrenaturales o divinas, primero a través del fetichismo y, más tarde, del politeísmo y el monoteísmo. A este tipo de conocimientos le corresponde una sociedad de tipo militar sustentada en las ideas de autoridad y jerarquía.
2. La adolescencia y primera juventud, corresponden al estado metafísico o abstracto. Es el momento de la rebeldía; se cuestiona la palabra de los Grandes Padres, los Dioses, los Reyes, y se los suplanta por Ideales. Esta sociedad está dirigida por políticos nacionalistas o movimientos idealistas fundamentados en slogans.
3. La adultez, la plenitud, está representado por el estado científico o positivo. En este estado el hombre no busca saber qué son las cosas, sino que mediante la experiencia y la observación trata de explicar cómo se comportan, describiéndolas fenoménicamente e intentando deducir sus leyes generales, útiles para prever, controlar y dominar a la naturaleza y a la sociedad. Este estado de conocimientos está liderado por científicos y sabios expertos.
El tránsito de un estado a otro constituye una Ley del Progreso o Crecimiento necesaria y universal, porque emana del propio potencial humano.
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